· Diferencias entre el Cordobán y el Guadamecí


Es imprescindible diferenciar entre estas dos técnicas de repujado y elaboración del cuero porque una cosa son los objetos de uso, hacia los que tiende el cordobán, y otra muy distinta es la labor del Guadamecí como objeto artístico.
Ambas técnicas de repujado y elaboración se crean a partir de las técnicas de curtido árabes. Ya en el siglo XIII, los habitantes de Al-Ándalus las aprendieron mientras ésta estaba bajo dominio musulmán.
El término cordobán, como se ha comentado en otros apartados, está inspirado en el nombre de Córdoba, primera ciudad en la que se producían estas pieles, y en la que se repujaban con más excelencia. Ya antes del S. XVI, los cueros repujados cordobeses se usaban para colgar de las paredes en verano. Pasaron a ser famosos por toda Europa e Hispanoamérica, pero representaban un lujo para la gran mayoría. De ahí que se optara por la introducción del papel pintado de Inglaterra.
            
                Existe polémica sobre la procedencia del término Guadamecí. Algunos dicen que deriva de Ghadames, una localidad norteafricana. Otros, que es un antiguo pueblo no citado de Andalucía. De su origen etimológico, sin embargo, no hay duda: tiene raíces árabes y significa cubierta de hojas, revestido o decorado.
                 Una de las principales diferencias en cuanto a su técnica de elaboración está en la piel que se usa. Los cordobanes usan piel de cabra, porque es más gruesa y moldeable. La piel de cabra no se puede tallar o vaciar, por lo que trabajan el cuero desde detrás: hacen un molde, colocan la piel sobre él y, humedeciéndola, van estirando el cuero hasta que toma el relieve del molde. Para que el relieve no se pierda con el tiempo, rellenan el hueco que se forma. Ya sea con una masa de algodón, cola o la propia viruta que sale de la piel.
             El guadamecí, sin embargo, trabaja piel de vaca desde su cara frontal, tal y como se muestra en el video del proceso de elaboración. Su principal característica es su policromado. Colocaban pan de oro o plata encima de una primera capa de pigmento. A Los metales preciosos se les daba forma pintándolos o ferreteándolos hasta tener el acabado final: la culminación de la técnica en cuero.


             Como hemos comentado al principio, la gran diferencia entre el Cordobán y el Guadamecí está en el uso que se le daba a sus creaciones. El Cordobán tiene un uso eminentemente práctico, lo que no quiere decir que a veces no se policromase, repujase o grabase para aumentar así su valor y suntuosidad. El Guadamecí, sin embargo, es una técnica artística de la piel con finalidad estética y suntuaria. Mientras el primero se usaba para sillas de montar, zapatos, guantes, fundas de libros corales y un sinfín de objetos, el segundo recubría interiores, sillones, cojines, camas o alfombras.
La decadencia del Guadamecí se produce ya entrado el s. XIX, influida por el desarrollo de los tejidos y dictámenes de la moda y gusto del momento. La industrialización textil permitió incrementar la producción de tejidos consiguiendo fácilmente una gran variedad de diseños y colores, lo que condujo inevitablemente a la sustitución de los revestimientos murales de Guadamecí por modernas tapicerías textiles.
En Granada ambas técnicas se fusionan. Se cogen las técnicas del repujado cordobán, para acabarlo con la policromía de los guadamecíes.

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